sábado, 27 de junio de 2020

Carmen Broto 1949

Carmen Brotons Buil nació en Casa Pardina de Guaso en 1924, trasladándose pronto a Boltaña con sus tíos. Llegó a Barcelona como muchas otras muchachas pobres de su tiempo y trabajó como sirvienta, hasta que descubrió que de esa forma jamás dejaría atrás su pasado lleno de privaciones.
se dedicó entonces a la prostitución de lujo con el nombre de Carmen Broto,​ frecuentando algunos salones y bailes donde entró en contacto con personajes como Ramón Pané, que le ayudó a montar uno de sus pisos y que le pasó durante un año y medio una cantidad fija al mes, o Juan Martínez Penas, el empresario gallego propietario del teatro Tívoli, que vivía en el hotel Ritz y la utilizó como coartada para enmascarar su homosexualidad.
Ella era alta y rubia como la cerveza, como cantaba la Piquer en esos años. Cubría su cuerpo serrano con un lujoso abrigo de astracán, gustaba de lucir ostentosas joyas y adornaba su cabeza con una larga melena a lo Verónica Lake, tapando uno de sus ojos en pos de una sofisticación imposible.
pronto su fuerte personalidad le va a permitir acceder a las altas esferas de la sociedad barcelonesa. Convertida en prostituta de lujo, auténtico mito erótico, pronto se hace muy conocida en la ciudad. Poco a poco se fue vinculando con muchos hombres de la alta sociedad, algunos de los cuales pasaron a ser sus protectores, y al final de su vida la Cascabelitos, como era apodada, estaba muy bien relacionada, habiéndose hecho con una pequeña fortuna y una hermosa colección de joyas. 
Julio Muñoz y Carmen Villalonga
Carmen es, en realidad, la amante de otro floreciente empresario de la ciudad, Julio Muñoz Ramonet, dueño de los almacenes El Águila, conocido en los bajos fondos como ‘El Rey del Estraperlo’, casado con Carmen Villalonga, la hija del presidente del Banco Popular. Dividido entre dos Cármenes pasa su vida el empresario, que pone un piso a su querida en la calle Padre Claret. 
Carmen gusta de frecuentar los garitos de moda en noches interminables, siempre bien acompañada., su vida disipada es sobradamente conocida, una mujer confiada, por lo que no se recataba en lucir sus alhajas cuando salía a divertirse con los hombres que eran la base de su negocio o con sus amigos.


 Entre estos últimos estaba Jesús Navarro Manau, un joven apuesto por el que sentía debilidad y que sería uno de sus asesinos.Navarro Manau, de ambigua sexualidad y muy dado a la “vida alegre”, era hijo de Jesús Navarro Gurrea, un delincuente profesional fichado como "espadista" —esto es, especialista en abrir puertas y cajas fuertes con llaves falsas—, así como por otros actos delictivos. A su vez, Navarro Manau, tiene una novia formal que regenta junto a sus padres  un bar en la ciudad pepita, a la que deja embarazada, necesita dinero para casarse y a pesar de lo que quiere aparentar alquilando buenos coches no tiene ni un duro. Según la versión oficial Jesús Navarro Gurrea, ideó un macabro plan cuyo objetivo no era solo el de sustraer las joyas de Carmen Broto, sino que ella los condujese a Martínez Penas para robarle también a él. Luego matarían a la joven, la harían desaparecer y sobre ella recaerían las sospechas. El plan​ incluía emborracharla, golpearla y enterrarla en un huerto propiedad de Navarro padre en la calle Legalidad, puesto que era habitual que, de tanto en tanto, se marchara de la ciudad sin dar explicaciones a nadie.
La versión oficial del crimen no satisfice a muchos. Sexo, poder y dinero se mezclaban tras las enigmáticas existencias de Carmen y sus asesinos, lo que dio pie a sospechar que aquella fue eliminada porque molestaba a alguien muy poderoso, inmerso en peligrosos negocios ilegales. Se dijo que había tratado de chantajear a uno de sus clientes más poderosos con fotografías tomadas mientras mantenía relaciones sexuales con menores de edad, que era la indiscreta querida del gran estraperlista textil Julio Muñoz, que suministraba menores al pederasta obispo de Barcelona, que ayudaba a traer a dicha ciudad a muchachas de Galicia para después derivarlas hacia la prostitución, que era la querida de un capitoste del Régimen franquista y varias cosas más. Otra de las pintorescas versiones del drama la dio el propio Jesús Navarro, que llegó a afirmar que la Broto fue "eliminada" porque era confidente de la policía y delatora de los enemigos del régimen, por lo que se la consideraba culpable del fusilamiento de varias personas.
 la tarde del 10 de enero de 1949, Jesús llama a Carmen y le ofrece una de esas noches de juerga desenfrenada que ambos han vivido ya más de una vez. Carmen acepta encantada y el joven pasa a buscarla en un coche alquilado, junto con su amigo y cómplice Jaime Viñas.Se desplazan entonces a varios lugares de alterne de las calles Rosellón y Casanova. Aunque Carmen bebe mucho, tiene gran resistencia al alcohol, por lo que todavía deben tomar una última copa. Cuando da muestras de estar suficientemente bebida, la llevan al coche y se ponen en marcha, en busca del mejor lugar para perpetrar el crimen. Al pasar delante del Hospital Clínico Viñas decide que ha llegado el momento de actuar, y mientras Carmen está distraída la golpea fuertemente en la cabeza con un pesado mazo de madera. Pero la mujer se revuelve y pelea con su agresor. Jesús detiene el automóvil para ayudar a Viñas, y Carmen aprovecha para escapar. Pero apenas puede dar algunos pasos antes de desmayarse y ser de nuevo introducida en el vehículo por sus agresores, ante el portero del hospital, al que convencen de que la mujer solo está borracha y la están llevando a una clínica privada. Estos van al huerto de la calle Legalidad, donde han convenido encontrarse con el padre de Jesús, y allí, una vez que comprueban que Carmen ha muerto, se apoderan de sus joyas y luego entierran su cadáver.
Pero los asesinos dejaron demasiadas huellas y pistas fáciles para la policía: al marchar el petardeo del coche en la noche helada atrajo al sereno que vio como habían abandonado el auto, lleno de manchas de sangre, el bolso de la víctima en el asiento y el mazo ensangrentado sobre el salpicadero, a pocos metros del huerto y una vez que los investigadores hallaron allí el cuerpo, con su abrigo de piel pero sin sus joyas, les fue fácil atar cabos y dar con ellos. su cadáver aparece semienterrado en un huerto privado de la calle Legalidad. Envuelta en su abrigo de piel, le faltan sus joyas y presenta una fuerte herida en la cabeza, que hace de su rubia melena un amasijo de sangre.
La Vanguardia del 12 de enero titula así : ‘Es asesinada una joven y enterrada en la calle Legalidad. La sociedad catalana de la posguerra lee escandalizada las escabrosas circunstancias que rodean el suceso. La brutalidad del asesinato conmociona a los barceloneses. Según la versión oficial Dos de los implicados en el homicidio se suicidan ingiriendo cianuro, en la conspiratoria los suicidan.  El cadáver de Jesús Navarro Gurrea,  aparece a pocos metros de donde se encuentra el cuerpo sin vida de Carmen. También el Ford Sedán, en el que sin lugar a dudas se cometió el cruento crimen: la sangre inunda el interior, desvelando la despiadada contundencia del homicidio. Jaime Viñas aparece envenenado también con cianuro. Rápidamente Jesús Navarro Manau el tercero de los homicidas,  es detenido y no tarda en confesar. Amigo de la joven, reticente en un principio, había sido arrastrado finalmente al delito por su padre.ºNavarro Manau fue condenado a muerte. Sin embargo, logró que le conmutaran la condena por 30 años de cárcel, gracias a las gestiones de sus abogados. Tras permanecer más de una década en el Penal de Ocaña, fue liberado por buena conducta.




jueves, 4 de junio de 2020

El caso de Pilar Prades, la envenenadora de Valencia, que enseñó que las mujeres matamos mejor 1954

                                                                                 
La asesina, tras su detención en 1959, ocupó la portada de El Caso
Pilar Pradas Expósito, nació en una familia humilde de Bejís, Castellón en 1928, este es un caso que hubiese pasado desapercibido de no ser la última mujer ejecutada en España, condenada al garrote vil por asesinar a una esposa que quería sustituir e intentarlo con otras dos.
Con 12 años se traslada a Valencia para servir. Analfabeta y con carácter introvertido, cambia varias veces de casa hasta que en 1954 entra a trabajar para el matrimonio de Enrique Vilanova y Adela Pascual, que regentan una chacinería en la calle Sagunto de Valencia. A partir de aquel día Pilar se dedicó de lleno a la tocinería sin abandonar las tareas de la casa. Sobre todo de cuidar a la enferma, a la que le servía las habituales infusiones de boldo y otras tisanas que le preparaba. El médico de cabecera no acertaba a encontrar el origen de las dolencias. Al poco la mujer fallecía en Mayo de 1955. El mismo día del entierro la criada le dijo al viudo que no era necesario cerrar el negocio, dado que ella se encargaría de seguir despachando. Cuando regresó del cementerio se la encontró toda sonriente y luciendo uno de los delantales almidonados de la difunta. Decidió echarla de inmediato por tal falta de respeto. 
Doña Adela 
No muy agraciada físicamente, de poco más de metro y medio de estatura, introvertida, de gesto y mirada extraña, no duraba mucho en los hogares. Llegó a cambiar de trabajo tres veces en un año. Se fue haciendo mujer en medio del rechazo de los hombres, aunque confiaba en conseguir uno para toda la vida. Pasaba las tardes de los jueves y los domingos, sus ratos libres, sentada en la sala El Farol, pero casi nadie se le acercaba para sacarla a bailar. Pese a ello iba preparando su ajuar con la ilusión de que un día pasaría por el altar.  Los contactos que había hecho en el mercado le sirvieron para encontrar rápidamente una nueva colocación. Entró a trabajar en casa de la familia Alpere-Greus. No había transcurrido mucho tiempo en su nuevo empleo cuando a la señora le empezaron a salir unas manchas extrañas, sobre todo en los brazos. Aunque el médico diagnosticó alergia, Pilar decidió poner tierra por medio. Uno de los síntomas de envenenamiento por arsénico es la pigmentación negruzca de la piel en zonas descubiertas. Prefirió evitar problemas. Otras fuentes dicen, que la señora pensó que Pilar le estaba pegando alguna enfermedad  y la despidió, y eso fue lo que le salvo la vida. Pronto encontró otra casa donde servir.
Carmen y Aurelia, consiguieron salvarse

Una amiga que había hecho en El Farol, Aurelia Sanz, la recomendó para que trabajara en el hogar de Manuel Berenguer Terraza, médico militar, y Carmen Cid Dumas, en el que ella estaba de cocinera. Un día surgió un problema entre las dos en la sala de baile. Un joven que le gustaba a Pilar sacó a bailar a la otra. Disimuló su enfado y al poco su compañera caía enferma. Al igual que en el caso de Adela, la atendió dándole bebedizos. Los síntomas fueron parecidos. Tuvo que ser ingresada en el hospital a causa de una parálisis generalizada en brazos y piernas. Internada en un centro médico le salvaron la vida, pero quedó imposibilitada con atrofia de manos y pies. Mes y medio después era la esposa la que empezaba a mostrar señales de corte similar. Vómitos, diarreas, hinchazón y dolores en las extremidades. El marido consultó con un compañero suyo, catedrático de Medicina Legal, y decidieron realizar la prueba del Propatiol. Un inyectable que permite descubrir la presencia de un tóxico sin necesidad de realizar análisis alguno. El resultado fue definitivo: arsénico.
La portería donde Pilar fue detenida .
El militar despidió a Pilar sin levantar sospechas, con la excusa de que le era suficiente con el servicio de la cocinera. De inmediato contactó con la casa donde antes había servido para recabar informes. El chacinero le explicó la extraña muerte de su esposa y el motivo por el que prescindió de su empleada doméstica. De inmediato el doctor Berenguer presentó denuncia en la comisaría y se procedió a la exhumación del cadáver de la chacinera. Se encontraba en pleno proceso de momificación, algo que sucede cuando en los restos hay presencia de alguna sustancia química. El hígado y los riñones presentaban cambios degenerativos. Los análisis confirmaron la causa: arsénico.Aunque las pruebas se consideran circunstanciales, ya que Pilar confesó tras 36 horas sin comer ni dormir, se halló entre sus pertenencias un frasco de un matahormigas con base de arsénico que se sospechó fue el arma del crimen, cuando La policía procedió al registro de la habitación en la casa en que se hospedaba la sospechosa. Los agentes lo descubrieron entre la ropa de su ajuar, que guardaba en un baúl, en una botellita. El matahormigas además de arsénico llevaba melaza; sustancia ésta que le confería un sabor dulzón. En el envase figuraba una calavera con dos tibias cruzadas y, debajo, la palabra veneno. No había lugar a equivocación.
El matahormigas «Diluvión».

Pese al consejo de su abogado, se declaró inocente. Fue condenada a muerte por garrote vil. Pilar no quiso declararse culpable, para obtener una condena que oscilaría entre los 12 y los 16 años. La acusada se negaba en redondo, proclamando vehemente su inocencia. En la celda permanecía muy seria, erguida y con la mirada fija en un punto determinado. Así durante horas y horas. No se inmutó lo más mínimo cuando la acusaron repetidas veces de ser la autora de los envenenamientos. Fue considerada culpable de tres asesinatos, uno consumado y dos en grado de frustración. Pena de muerte por el primero y 40 años en total por los otros dos. Tras que el Tribunal Supremo confirmara la sentencia, como último recurso se solicitó el indulto al jefe del Estado.
Garrote vil
Existía la esperanza de conseguirlo porque hacía una década que no se ejecutaba a ninguna mujer en España. En dicho periodo de tiempo varias envenenadoras habían visto conmutada la pena capital. No hubo piedad pese a que en el Consejo de Ministros había jóvenes tecnócratas pertenecientes al Opus Dei como Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio. El funcionario que accionó el torniquete se inició profesionalmente ajusticiando al Monchito. Dos meses más tarde de romper el cuello de Pilar acabaría con la vida de Jarabo y en 1974 con la de Salvador Puig Antich. Realizó 23 ejecuciones. El cineasta Luis García Berlanga se inspiró en él para su exitosa película El verdugo. La escena final de la cinta recrea cuando pone fin a la existencia de dicha envenenadora.

Por la forma de actuar, la valenciana mostraba un egocentrismo afectivo dominado por la envidia y los celos. Quería atraer el cariño de los demás, algo que siempre había echado en falta. Por eso no dudaba en intentar quitarse de en medio a quienes entorpecieran su propósito. Una psicópata de libro, dado que no demostró remordimiento alguno por el daño causado.
“¡Soy muy joven!, ¡no quiero que me maten!”, clamaba ella. Vuelta y media de manivela fue suficiente para romperle el cuello y acallar     definitivamente sus gritos desesperados. Con 31 años fue la última mujer ejecutada en España.