Veinticinco años después, yo a penas contaba ocho, y para ni y la sociedad de Castellón parece que fue ayer la noche en la que la desaparición de la profesora Sonia Rubio abrió la etapa más negra de la historia reciente de la provincia con un protagonista marcado en la memoria colectiva de los castellonenses: Joaquín Ferrándiz Ventura, autor de cinco asesinatos de mujeres entre los años 1995 y 1996.
La historia del asesino en serie de Castellón comenzó la madrugada del 2
de julio de 1995 cuando la joven Sonia Rubio, de 25 años, acababa de
regresar de Inglaterra y se había ido con los amigos a disfrutar de la
noche benicense. Nunca más volvió a su casa.
fue vista por ultima vez en la gran avenida de benicasim a las 4.40 de la madrugada.
La provincia se echó a la calle durante cuatro meses que separaron
la desaparición de Sonia del hallazgo del cadáver. Los carteles con el
rostro de Sonia Rubio poblaron, no solo la provincia, sino el territorio
nacional entero.
Ni una sola pista. Interrogatorios continuos a los amigos y conocidos
que coincidieron esa noche de fiesta con Sonia, pero nada a lo que
agarrarse.
Cuatro meses después su cadáver fue localizado por un conductor en la
cuneta de un camino del entorno de Playetas de Orpesa. El cuerpo, con
evidentes signos de violencia, fue encontrado con la ropa interior en la
boca de la profesora y una cinta adhesiva de color marrón que sería
clave en el desenlace final. La noticia de su asesinato en noviembre de 1995 fue en golpe
para la familia y para toda la provincia. Pero la crónica negra no había
hecho más que empezar.
En febrero de 1996 un agricultor que buscaba espárragos encontró el
cuerpo de una mujer en el camino Vora Riu de Vila-real, atada de pies y
manos y estrangulada. Apenas dos días más tarde unos jóvenes que se
acercaron a curiosear localizaron un nuevo cuerpo, también una mujer
estrangulada con una malla roja alrededor del cuello. Y sin apenas
tiempo de recuperarse de estas noticias, los agentes de la Guardia
Civil, en el rastreo de la zona, encontraron un tercer cadáver, éste en
avanzado estado de descomposición.
Pasaron los meses y la conmoción sobrepasó cualquier límite al
denunciarse la desaparición el 12 de septiembre de 1996 de la joven de
22 años Amelia Sandra García tras haber pasado la noche en los locales
de ocio del polígono Los Cipreses de Castellón.
Con todos estos casos caminando de forma paralela, los testimonios del
entorno de las tres fallecidas de Vora Riu apuntaron en su momento a un
camionero, Claudio Alba, al que acabaron deteniendo en enero de 1997
acusándole de tres muertes que nunca cometió y por lo que fue
indemnizado.
Un mes después de la detención del camionero, en febrero de 1997, un
hombre encontró el cuerpo sin vida de Amelia Sandra García junto a una
balsa de Onda y, como en los anteriores casos, golpeada, agredida
sexualmente y estrangulada. Pero nunca hubo nadie en la investigación
que relacionase todos los casos.
El psicópata, durante los meses que estuvo detenido de manera errónea Claudio Alba no actuó.
Joaquín Ferrándiz, trabajador en una conocida empresa de seguros de la
capital de la Plana, seguía sin aparecer entre los posibles autores.
Joven educado, seductor, plenamente integrado en la sociedad y con
activa vida social, no era sospechoso pese a que después se supo que ya
había sido condenado por violación en 1989.fue
acusado de asaltar y violar a una joven de 18 años, María José. Al
parecer, y según su declaración, Ximo, como le conocían sus amigos,
golpeó la moto en que viajaba ella y la hizo caer. Con la excusa de
llevarla hasta el hospital, la subió al coche y él la ató y violó, no
sin antes golpearla para que no ofreciera resistencia.
Fue
detenido y condenado a 14 años de prisión. Su madre, firme creyente en
su inocencia, acudió a la prensa para intentar que su hijo fuera
liberado porque no había cometido el crimen.
De
todas maneras, la buena conducta de Ximo le valió una reducción de
condena y en 1995 salió a la calle, merced a la libertad condicional.
Entonces fue cuando comenzó su carrera como asesino.
A los
tres meses de salir a la calle conoció a Sonia Rubio, una muchacha que
frecuentaba el bar Comix, igual que su verdugo. Él se ofreció una noche a
llevarla a casa y ella accedió. Se dirigieron a un lugar frecuentado
por parejas, y allí comenzaron a juguetear, pero ella no quiso ir más
allá.
Joaquín no supo aceptar esa negativa, y golpeó a la joven. La violó y después, la estranguló con su propia ropa interior.Mientras, Ximo se salvó de cualquier relación con el caso, y continuó haciendo su vida como si no hubiera pasado nada.
Pero de repente, se dispararon todas las alarmas, ya que el cadáver de Sonia apareció en un barranco de Oropesa. Más tarde, se encontraron en una acequia de Vila-Real los de las tres prostitutas. La policía comenzó a atar cabos y a relacionar los cuatro asesinatos con un único criminal.
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