Hola
aficionados y conspiranoicos, bienvenidos a mi canal, soy Bien_V y todos los
Jueves a las 20 horas, de la península española, os narrare los casos más
escalofriantes de crímenes e historias paranormales que conozco.
¿Y cómo
no conocer el caso que más me habéis pedido?
Eran
finales de 1992, yo tenía cinco años, seguramente aquel fue el año que le pedí
a los reyes una muñeca más alta que yo que cantaba y bailaba con unos cascos
inalámbricos. A pesar de mi corta edad recuerdo aquel crimen que conmociono a la
sociedad española, las noticias, los programas, al igual que los anuncios de
muñecas aquellas navidades.
Las
adolescentes desaparecieron la noche del viernes 13 de noviembre de 1992 cuando
se dirigían haciendo autoestop a una discoteca de la vecina localidad de Picasent
donde se celebraba una fiesta de su instituto.Sus
nombres, Míriam, Toñi y Desirée, las niñas de Alcácer.
La Noche de la desaparición: Míriam García, de 14 años, María
Deseada Hernández de la misma edad, y Antonia Gómez de 15 años,
eran tres amigas del municipio valenciano de Alcácer. A
las ocho de la tarde del viernes 13 de noviembre de 1992 salieron de casa de su
amiga Esther, a quien acababan de visitar. Su intención era dirigirse a la
discoteca Coolor, situada en las afueras del municipio anexo de Picasent,
antes de su cierre a las diez. Previamente, Míriam había llamado a casa para
ver si su padre las podía llevar, pero este había llegado del trabajo con
fiebre y estaba en la cama. Esther, con gripe, decidió quedarse en casa.
Para llegar hasta la discoteca desde Alcácer había
que recorrer una carretera que enlazaba los dos municipios, los cuales se
encuentran separados entre sí unos dos kilómetros. El último tramo era oscuro y
no había viviendas junto a la carretera. Aparentemente, aquella noche, las tres adolescentes
decidieron desplazarse haciendo autoestop, pero desaparecieron antes de llegar
a su destino.
La búsqueda de las niñas fue intensa desde el día
siguiente a su desaparición y no estuvo exenta de incidentes. Ese mismo
domingo, dos voluntarios de protección civil de 26 y 35 años que estaban
participando en las labores de búsqueda por los barrancos de Picasent fueron
arrollados por un todoterreno. El más joven murió en el acto, mientras que su
compañero fue ingresado en el hospital con un traumatismo craneoencefálico y
catorce fracturas en las piernas, de las que se consiguió recuperar con
secuelas.
Aunque la ausencia de pistas era desalentadora, los
investigadores recibieron numerosos testimonios de personas que creyeron haber
visto a las niñas en diferentes puntos de España ese fin de semana.
En Picassent, un chico de Alcácer que regresaba de Coolor
dijo haberlas visto mientras caminaban en dirección a la discoteca. Por último,
una señora de Picasent manifestó haber visto desde el balcón de su casa cómo
las tres niñas hacían autoestop debajo de su casa. La mujer aseguraba que un
pequeño coche blanco, ocupado por cuatro personas, paró a la derecha de la
calzada y vio cómo las tres niñas se subieron en él.
Las fuerzas de seguridad centraron sus primeras investigaciones en amigos de las menores, clientes habituales de la discoteca y sus dueños, llegando a la conclusión de que las adolescentes no habían llegado al local en ningún caso. También se indagó entre los reclusos de la prisión de Picasent puestos en libertad durante aquellos días.
Las fuerzas de seguridad centraron sus primeras investigaciones en amigos de las menores, clientes habituales de la discoteca y sus dueños, llegando a la conclusión de que las adolescentes no habían llegado al local en ningún caso. También se indagó entre los reclusos de la prisión de Picasent puestos en libertad durante aquellos días.
El Ayuntamiento de Alcácer editó miles de carteles
con datos de las pequeñas y los medios de comunicación se volcaron en la
búsqueda de las muchachas.
Cientos de españoles aseguraron haber visto a las menores.
Desde el gobierno, el ministro del Interior, se interesó personalmente por el caso y se entrevistó con los
padres de las jóvenes. Su Ministerio formó un equipo especial conjunto de la
Guardia Civil y la Policía Nacional para colaborar en la búsqueda. El
presidente del gobierno, Felipe González, recibió en Nochebuena a las tres
familias y les transmitió su «preocupación como padre».
La búsqueda se amplió fuera de España y se puso al corriente a los servicios de Interpol. El día en el que se hallaron los cuerpos sin vida de las tres chicas, el padre de Míriam, Fernando García, se encontraba en Londres con periodistas para promover allí su búsqueda.
La búsqueda se amplió fuera de España y se puso al corriente a los servicios de Interpol. El día en el que se hallaron los cuerpos sin vida de las tres chicas, el padre de Míriam, Fernando García, se encontraba en Londres con periodistas para promover allí su búsqueda.
El 27 de enero de 1993, setenta y cinco días después
de su desaparición, dos apicultores encontraron los cadáveres semienterrados en
una fosa en el barranco de la Romana, un paraje de difícil acceso próximo al
pantano de Tous. El hallazgo de los cuerpos y el conocimiento posterior de las
vejaciones a las que fueron sometidas conmocionaron profundamente a la
sociedad.
En un primer momento, el tamaño del reloj en el
brazo del cadáver hizo pensar al equipo que iban a desenterrar a un hombre. Sin
embargo, al excavar se descubrieron otros dos cuerpos, los tres de mujeres, en
avanzado estado de descomposición. Los cadáveres se hallaban envueltos en una
alfombra grande y nueva, en el interior de una fosa de grandes dimensiones que
había sido excavada a propósito. Los cuerpos estaban maniatados y apilados uno
encima del otro, sin tocarse entre sí. Dos de ellos presentaban la cabeza
separada del resto del cuerpo. A pesar del deterioro de los cadáveres y sus
prendas de vestir (los colores y los tejidos eran muy difíciles de
identificar), los expertos ya apuntaron que podría tratarse de las tres niñas.
El juez declaró secretas las diligencias.
Objetos encontrados en el lugar y "juntados para la foto." |
Una vez desenterrados, los cadáveres fueron
trasladados al cercano municipio de Llombay. Sin haber realizado las autopsias,
no existía la certeza de que los cuerpos hallados fueran los de las
adolescentes desaparecidas; sin embargo, todos los indicios apuntaban a que se
trataba de ellas. Los familiares se reunieron en el Ayuntamiento de Alcácer
cuando, a última hora de la tarde, se les comunicó la noticia. A las once de la
noche acudió el presidente de la Generalidad Valenciana, para estar en contacto
con las familias. Poco antes de la medianoche, los cuerpos fueron trasladados
al Instituto Anatómico Forense de Valencia, donde permanecieron toda la noche
antes de que se les practicase la autopsia.
La tarde del 27 de enero de 1993, tras el levantamiento de los cadáveres y siguiendo la pista del volante médico encontrado en la fosa, la guardia civil se personó en el domicilio de Enrique Anglés, en Catarroja. Enrique era el hermano de Antonio, un conocido delincuente de la zona. En el domicilio se encontraban Enrique Anglés, su hermana Kelly, el novio de esta y la madre de los Anglés, Neusa Martins. Los tres primeros fueron enviados al cuartel de Patraix y se procedió al registro de la vivienda. Durante el registro, llegaron otros hermanos de Enrique Anglés, Mauricio y Ricardo, acompañados de un amigo, Miguel Ricart alias «el Rubio». Un guardia civil reconoció a este último como el compañero de fechorías de Antonio y también fue llevado al cuartel en calidad de testigo.
Enrique Anglés presentaba discapacidad intelectual.
Las investigaciones concluyeron que el volante a su nombre encontrado en la
fosa por la tarde fue realmente prescrito a su hermano Antonio, un delincuente
ya fichado por la policía, que había suplantado su identidad en el hospital.
Enrique fue puesto en libertad esa noche y se inició la búsqueda de Antonio
Anglés.
Los cuerpos de seguridad no consiguieron hallar el
paradero de Antonio Anglés, que había emprendido su huida desde el primer
momento. Una de las primeras pistas le situaba el viernes 29 de enero de 1993
en una peluquería de Valencia.
Miguel Ricart realizó una declaración voluntaria
cerca de la medianoche del 27 de enero. Debido a las contradicciones en las que
incurrió, su amistad con Antonio Anglés y el hecho de que su coche coincidía
con las descripciones de los testigos, Miguel Ricart pasó a estar detenido
sobre las cinco de la madrugada. Horas más tarde, antes de la medianoche del 28
de enero, Ricart realizó su primera declaración como acusado ante la guardia
civil, en la que confesó su participación en los crímenes. Ricart, quedó en
prisión preventiva.
Unas horas después de su hallazgo, los cuerpos de
las menores llegaron a las dependencias del Instituto Anatómico Forense de
Valencia, donde permanecieron toda la noche. Al día siguiente (28 de enero de
1993), un equipo formado por seis forenses de Valencia, encabezados por el
catedrático Fernando Verdú Pascual realizó el estudio de los cuerpos. El
proceso llevó ocho horas, entre las nueve de la mañana y las cinco de la tarde,
y el informe derivado de estas autopsias fue remitido al juzgado tres meses después.
Inmediatamente después de las primeras autopsias y
por requerimiento de las familias, el catedrático Luis Frontela realizó una
segunda autopsia, más minuciosa, a los cuerpos de las adolescentes. En esta
autopsia estuvieron presentes como observadores el equipo de forenses
valencianos y dos guardias civiles que tomaron imágenes del procedimiento.
Mano de Miriam con un supuesto papel agarrado. |
Frontela llevó a cabo un estudio del ADN de los
pelos que se encontraban en los cadáveres y su ropa. Se hallaron quince pelos,
de los cuales doce no pertenecían ni a Ricart ni a Anglés (entre ellos una
cana). Los tres restantes se encontraban dañados y no se pudieron analizar.
Frontela descubrió secuencias de ADN pertenecientes a entre 5 y 7 personas
distintas en los pelos hallados, pero no pudo determinar el número exacto de
personas que participaron en los crímenes. Frontela apuntaba a una
participación de al menos dos individuos, siendo más probable la participación
de tres o más.
Donde se encontro Cruz en la espalda de Desireé. |
Miguel Ricart se autoincriminó en sus declaraciones en los días 28 y 30 de enero y 2 de marzo. Ricart explicó que, la noche del 13
de noviembre de 1992, él y Antonio Anglés recogieron en un Opel Corsa a las
tres jóvenes cuando hacían autoestop. En lugar de llevarlas a la discoteca Coolor,
como ellas pidieron, las llevaron a una caseta abandonada situada en el paraje
montañoso del barranco de la Romana. Durante esa noche y la madrugada, las
niñas permanecieron atadas a un poste de madera dentro de la caseta. Antonio
Anglés fue desatando de una en una a las niñas para violarlas con la ayuda de
Miguel Ricart, que les sujetaba las piernas para minimizar el forcejeo. El
propio Ricart violó a Desirée antes de que Anglés la obligara a entrar en la
caseta.
Anglés y Ricart hicieron un receso para desplazarse
a un bar del municipio vecino de Catadau con el fin de comprar unos bocadillos
para la cena. ¿Recordáis los crímenes de Macstre? pues si, en este bar es donde
se vio con vida por última vez a las dos niñas Pilar y Rosario.
A la vuelta,
Anglés continuó con las violaciones y las vejaciones. Cuando terminaron,
volvieron a atar a las niñas e intentaron dormir. Como estas no paraban de
llorar, Anglés se levantó furioso y con un palo las golpeó repetidamente para
que callasen. Unas horas más tarde, las obligaron a caminar a punta de pistola
y a la luz de unas velas hasta una fosa que Antonio Anglés había cavado horas
antes a unos 400 metros de la caseta. Allí, Anglés asesinó a las
niñas de sendos tiros en la cabeza. A continuación, envolvieron sus cadáveres
en un trozo de moqueta y las enterraron.
El 29 de marzo, dos meses después de su detención,
Miguel Ricart realizó una cuarta declaración ante el juez, José Miguel Bort, en
la que dio un giro radical a su relato: negó su participación en los crímenes y
aseguró que la Guardia Civil le había torturado para forzar su autoinculpación.
Sin embargo, esta nueva versión se contradecía con la opinión del médico
forense que le reconoció tras su detención, que no apreció ninguna marca ni
lesión en Ricart. Hasta la celebración del juicio, Ricart realizó dos
declaraciones más (el 3 de septiembre de 1993 y el 30 de septiembre de 1994) en
las que mantuvo haber sido torturado.
En su declaración del 30 de septiembre de 1994 ante
el juez que instruía el caso, José Miguel Bort, Miguel Ricart acusó a dos
personas más de participar en el triple crimen. Se trataba de Mauricio Anglés,
hermano de Antonio Anglés, y otro hombre, hasta entonces nunca mencionado, que
Ricart apodó como el Nano. Esto reabrió las investigaciones
en dos frentes: por un lado, la Guardia Civil debía encontrar al tal Nano;
y por otro lado, la fiscalía de menores debía investigar la implicación de
Mauricio (menor de edad en aquella época) en el triple crimen. Por su parte,
los propietarios del bar Parador situado en Catadau, afirmaron en el
juicio que la noche del crimen Ricart compró tres bocadillos, una ensalada y
bebidas mientras una persona le esperaba en la calle junto al coche, cuya
estatura no coincidía con la de Antonio Anglés, pero si con su hermano Mauricio.
Finalmente Mauricio Anglés fue absuelto de los cargos tras no encontrarse
restos biológicos suyos en el escenario del crimen.
Las tres niñas fueron inmortalizadas en piedra, en un monumento que se encuentra en la localidad de Alcacer. Pero para entonces Antonio Angles ya estaba muy lejos de allí...
Para el los años no han pasado, y la pregunta continua siendo la misma. ¿Esta vivo o muerto? Esa incertidumbre es sin duda la principal dificultad para que se pueda cerrar este caso y pasar la ultima pagina. Su capacidad camaleonica, la suerte que le acompaño durante su huida, y algunos errores policiales graves continúan alimentando la leyenda del supuesto monstruo de la peluquería Angles fue hasta Villamarchante, donde se escondió cerca de la estación antigua. Hasta allí lo siguió la guardia civil, y cuando parecía que estaba rodeado el delincuente amenazo a un hombre con una pistola y para que lo llevara hasta Graja de Iniesta.
En marzo de 1993, un colaborador de la policía antidroga de Portugal aseguraba haber convivido con Antonio Anglés durante dos semanas en la localidad costera de Caparica. Según este colaborador, Anglés le robó el pasaporte con la intención de tomar un barco que le llevase a Brasil (su país de nacimiento). El 15 de marzo de 1993, la tripulación del barco mercante City of Plymouth encontró a bordo a un polizón portugués que, al ser descubierto, se lanzó (o lanzaron) al mar con un chaleco salvavidas. Este chaleco fue encontrado más adelante en la bocana del puerto sin rastro del polizón. Aunque su búsqueda no cesó, desde ese momento el rastro de Antonio Anglés se perdió en el mar. Un solvente empresario valenciano, cuya identidad no trascendió para evitar consideraciones publicitarias, ofreció a finales de abril de 1993 cinco millones de pesetas a la persona que facilitase una pista fiable para la localización de Antonio Anglés. Esta recompensa se uniría a la ya ofrecida por el gobierno. En marzo de 1996, dos guardias civiles se desplazaron a Uruguay para buscar al cliente de una prostituta cuya descripción coincidía con la de Antonio Anglés, pero tampoco lograron dar con él. En la actualidad, Antonio Anglés aparece en la web de Interpol como una de las personas más buscadas del mundo.
Angles. |
Las tres niñas fueron inmortalizadas en piedra, en un monumento que se encuentra en la localidad de Alcacer. Pero para entonces Antonio Angles ya estaba muy lejos de allí...
Para el los años no han pasado, y la pregunta continua siendo la misma. ¿Esta vivo o muerto? Esa incertidumbre es sin duda la principal dificultad para que se pueda cerrar este caso y pasar la ultima pagina. Su capacidad camaleonica, la suerte que le acompaño durante su huida, y algunos errores policiales graves continúan alimentando la leyenda del supuesto monstruo de la peluquería Angles fue hasta Villamarchante, donde se escondió cerca de la estación antigua. Hasta allí lo siguió la guardia civil, y cuando parecía que estaba rodeado el delincuente amenazo a un hombre con una pistola y para que lo llevara hasta Graja de Iniesta.
En marzo de 1993, un colaborador de la policía antidroga de Portugal aseguraba haber convivido con Antonio Anglés durante dos semanas en la localidad costera de Caparica. Según este colaborador, Anglés le robó el pasaporte con la intención de tomar un barco que le llevase a Brasil (su país de nacimiento). El 15 de marzo de 1993, la tripulación del barco mercante City of Plymouth encontró a bordo a un polizón portugués que, al ser descubierto, se lanzó (o lanzaron) al mar con un chaleco salvavidas. Este chaleco fue encontrado más adelante en la bocana del puerto sin rastro del polizón. Aunque su búsqueda no cesó, desde ese momento el rastro de Antonio Anglés se perdió en el mar. Un solvente empresario valenciano, cuya identidad no trascendió para evitar consideraciones publicitarias, ofreció a finales de abril de 1993 cinco millones de pesetas a la persona que facilitase una pista fiable para la localización de Antonio Anglés. Esta recompensa se uniría a la ya ofrecida por el gobierno. En marzo de 1996, dos guardias civiles se desplazaron a Uruguay para buscar al cliente de una prostituta cuya descripción coincidía con la de Antonio Anglés, pero tampoco lograron dar con él. En la actualidad, Antonio Anglés aparece en la web de Interpol como una de las personas más buscadas del mundo.
Donde supuestamente las violaron. |
A finales de julio de 1995, el Instituto Nacional de
Toxicología remitió al juez un informe de los cabellos, semen y manchas de
sangre hallados en la caseta del barranco de la Romana, lugar en el que, según
las declaraciones de Miguel Ricart, las tres niñas fueron violadas y
torturadas. De acuerdo con el informe, los cabellos correspondían a Mauricio
Anglés, los restos de sangre a Roberto Anglés y el semen a uno de los hermanos
Anglés que no era ni Mauricio ni Roberto (por eliminación, era de Antonio
Anglés). Por lo tanto, el informe demostraba que los Anglés conocían esa caseta
y que habían estado en ella (algo que ellos nunca habían negado), pero no
permitía deducir que hubieran participado en el crimen porque no se podía
demostrar que estuvieran allí aquel día. Ningún resto biológico recogido en la
caseta pertenecía a las niñas. En el interior del coche de Miguel Ricart, usado
para raptar a las niñas, se halló un único pelo cuyo ADN también fue analizado.
Resultó ser del propio Ricart.
El juicio por el triple crimen de Alcácer se llevó a
cabo en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia. Comenzó el
lunes 12 de mayo de 1997 y se prolongó durante 49 sesiones hasta el 30 de julio
de ese mismo año. Miguel Ricart, el único procesado, estaba acusado de rapto,
violación, asesinato e inhumación ilegal de tres menores. Por estos hechos, se
enfrentaba a penas que oscilaban entre los 206 y los 245 años de prisión. El sumario constaba de 4144 folios repartidos en 20
tomos. Entre 1994 y 1996, fue reabierto en tres ocasiones para incluir nuevas
pruebas periciales que fueron retrasando el inicio del juicio. El sumario
contenía documentación que abarcaba desde el 27 de enero de 1993 (día en el que
se hallaron los cadáveres de las menores) hasta el 6 de noviembre de 1996
(fecha en la que se cierra por cuarta y última vez). El viernes 9 de mayo de 1997, tres días antes del
comienzo del juicio, el forense y perito de la acusación particular, Luis
Frontela, remitió al tribunal un nuevo informe pericial en el que se
documentaban posibles manchas de sangre, semen y otros fluidos orgánicos hallados
en la alfombra que envolvía los cadáveres de las víctimas. Para hallar las
manchas (que el Instituto Nacional de Toxicologí no pudo encontrar), Frontela
utilizó una nueva técnica que requería unos aparatos de los que no disponía
hasta unos meses antes. Una manifestación, en la que participaron unas 1500
personas en Alcácer, apoyó el aplazamiento del juicio. Sin embargo, el informe
no consiguió modificar la fecha de inicio. Como consecuencia, García renunció a
su abogado, retirándose así como parte de la acusación, pues consideraba que,
en esas condiciones, el juicio era «una pantomima».
En la segunda sesión comenzó la vista oral a Miguel Ricart. Los interrogatorios al acusado por parte del fiscal y de los abogados de las diferentes partes se prolongaron toda la semana, hasta el 16 de mayo. Durante la segunda semana del juicio, testificaron la madre de Antonio Anglés, Neusa Martins, seguida de sus hijos Kelly, Enrique, Ricardo y Mauricio, así como la ex compañera de Miguel Ricart, María Dolores Cuadrado. En la décima sesión (26 de mayo) testificaron el ex compañero de celda de Ricart, Miguel Nicolás Cortona; la pareja que recogió a las tres niñas cuando hacían autoestop a la salida de Alcácer y el matrimonio propietario de un bar en Catadau al que solían acudir Antonio Anglés y Miguel Ricart cuando salían de acampada.
En la segunda sesión comenzó la vista oral a Miguel Ricart. Los interrogatorios al acusado por parte del fiscal y de los abogados de las diferentes partes se prolongaron toda la semana, hasta el 16 de mayo. Durante la segunda semana del juicio, testificaron la madre de Antonio Anglés, Neusa Martins, seguida de sus hijos Kelly, Enrique, Ricardo y Mauricio, así como la ex compañera de Miguel Ricart, María Dolores Cuadrado. En la décima sesión (26 de mayo) testificaron el ex compañero de celda de Ricart, Miguel Nicolás Cortona; la pareja que recogió a las tres niñas cuando hacían autoestop a la salida de Alcácer y el matrimonio propietario de un bar en Catadau al que solían acudir Antonio Anglés y Miguel Ricart cuando salían de acampada.
Frontela junto al padre de Miriam. |
El catedrático Luis Frontela, responsable de la
segunda autopsia, argumentó que los forenses valencianos procedieron de forma
incorrecta en la primera autopsia y les acusó de haber provocado una pérdida de
pruebas que podrían haber sido clave en la identificación de todos los posibles
asesinos. Los forenses valencianos, por su parte, rechazaron las conclusiones
de Luis Frontela que diferían con su versión. No consideraron fiable el estudio
de las larvas, primero porque la fauna cadavérica era escasa y, segundo, porque
Frontela pudo haber recogido muestras de larvas durante su autopsia, en lugar
de haber hecho el estudio a partir de imágenes. Explicaron que un doble
enterramiento de los cuerpos deja huellas muy reconocibles. Con respecto a la
ausencia de livideces, los forenses valencianos aseguraron que los cadáveres
presentaban un avanzado estado de putrefacción y que no era posible llegar a
las conclusiones de Frontela. Al respecto, el portavoz de los forenses
concluyó: «una autopsia significa "yo veo" y eso está reñido con el
"yo imagino"».
Ricart en 2013. |
Esta es la versión oficial de este caso, pero seguro
todos habeis oído la alternativa, no voy a contarla por que se haría muy largo,
por eso lo hare en la próxima entrega.
Mientras Anglés no sea hallado muerto se le seguirá
buscando. De hecho, la magistrada de Alzira fijó la fecha de 14 de diciembre de
2009 como la de referencia para iniciar el cómputo del plazo para la
prescripción de los delitos por los que se le busca. Entonces no será hasta el
año 2029 cuando Antonio Anglés, que para entonces contaría con 63 años, cuando
el fugado sería inimputable por las violaciones y asesinatos.Como sabéis esta es la versión oficial, este caso cuenta con una versión alternativa que os contare en el siguiente vídeo:
El padre coraje Fernando García, fue el ideólogo de la teoría de la conspiración junto al criminólogo Juan Ignacio Blanco (con la ayuda del programa 'el Mississipipi'). Dice que cuando se hizo con el sumario del crimen (robándoselo a un abogado) comprobó que todo aquello (la teoría alternativa) no había sido “una fantasía o una iluminación” suya. El sumario demostraba —según él— que a su hija "no la habían matado los mindundis esos [Anglés y Ricart]". “A Anglés no le han cogido porque no han querido; cogen a quien quieren”, dijo en su día la madre de una de las víctimas. El primer día del juicio, centenares de personas se manifestaron para pedir la suspensión por falta de pruebas.
Dentro
de la verdad siempre hay alguna mentira.
La
versión de la hermana de Angles cambio
años después, diciendo que Angles salto usando unas sábanas atadas, que ella lo
vio y estaba despierta en el momento de los hechos. En su día declaro que estaba durmiendo y no
había visto nada.
El
comandante de la guardia civil que detuvo a Miguel Ricart, hoy retirado,
también declaro 25 años después que Angles no estaba en su vivienda en el
momento del registro y que la única prueba fehaciente que se tiene es la de que
estuvo en Minglanilla y abandono la furgoneta robada en Graja de Hiniesta.